Si en algún momento has querido orar y has sentido y creído que no encuentras por dónde empezar, no te preocupes. No eres único(a), a muchos les pasa. Porque se tiende a confundir rezar con orar. Pero rezar es una cosa y orar… es otra distinta.
Cuando rezas, repites de acuerdo a una forma preestablecida y aprendida unas oraciones, las cuales generalmente son dirigidas para solicitar una gracia, no para agradecer y debemos comenzar por ser agradecidos.
Nuestro Señor Jesucristo, nos dio una guía clara y perfecta, esa guía es el Padre Nuestro, pero además…también nos dice que debemos buscar un lugar tranquilo. Ese lugar tranquilo permite una mejor comunicación con nuestro Dios, por lo que debemos intentar calmarnos un poco, para poder establecer una comunicación con el Padre Celestial a través del santo espíritu, cuyo tabernáculo es nuestro corazón. Así como lo estás leyendo. Tú corazón, el mío y el de todos los humanos.
Quien ejercite la meditación, aplíquela y quién no… sencillamente… lávese la cara, las manos y los pies. Seguidamente, intente aquietar sus pensamientos e inicie una conversación sencilla y espontánea con Dios.
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